Este es un espacio para compartir experiencias, ilusiones y de alguna manera, dar forma a sueños... Bienvenid@s

domingo, 28 de agosto de 2011

viernes, 26 de agosto de 2011

2.500Km en solitario - Relato VI (Final)

El camino de vuelta a casa…


Tras la experiencia de anoche, no es que haya dormido muy tranquilamente. La alegría de llegar bien al camping no borró del inconsciente la tensión vivida y tuve una noche inquieta, con muchos sueños, de los cuales no me acuerdo claramente pero que dejaron en mí sensaciones raras y no precisamente agradables. Por la mañana me dolían las manos, los hombros, la espalda… Salí de la tienda y allí estaba Matilde, sucia, sin sus brillos habituales, el parabrisas lleno de mosquitos, teníamos “las marcas de la guerra”, pero estábamos listas para seguir adelante. Me decidí por una rutita corta, preciosa y que ofrecía emociones moderadas J
Nos fuimos a conocer el Cañón de Añisclo. Os recomiendo, hay una carreterita muy pequeña que se mete unos 10kms dentro del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Es increíble… el cañón es fantástico, el color del agua alucinante, paisajes, realmente, preciosos. Me bajé varias veces para sacar fotos, para contemplar aquél regalo de la naturaleza y relajarme escuchando el  ruido del agua y de algún pajarito que cantaba por allí.
En el PN Ordesa y Monte Perdido / Cañón de Añisclo
Matilde en plan 4 x 4 ;)

Matilde en el Cañón de Añisclo
La carreterita y el río

Qué montañas!!!

Salimos del PN, subimos y bajamos montañas hasta que llegamos a la carretera principal, me paré en el primer bar que encontré, me tomé dos cañas y seguí para un rinconcito del río Cinca en dónde me había bañado otras veces… me metía en el río y volvía a “lagartear”,  a coger calorcito del sol en las rocas de la orilla, así me quedé durante horas y entonces me acordé de la pregunta que me hizo Chicu: “y cuándo piensas volver a casa?” y yo le contesté: “pues cuando se me acabe la pasta o las braguitas limpias” (ya sabéis que no puedo con las tareas del hogar).
El hecho es que se me acababan los dos y con ellos, el mes de agosto… Tenía que prepararme para volver a la rutina y a la locura que es vivir en Madrid (que conste que soy una enamorada de esta ciudad). Resolví aceptar la invitación de una amiga de San Sebastián para irme unos días a su casa, sería una “escala de adaptación” perfecta para volver al “mundo real”.
Yo "lagarteando" y despidiéndome de este sítio increíble

Por la noche en el camping mientras recogía las cosas para salir pronto el día siguiente, pensaba en lo rica que había sido la experiencia, en el paso largo que había dado el momento en que miré mi miedo a los ojos y le dije “puedo más que tú”. Conocí una parte de mí que casi a los 39 todavía estaba escondida (y de la que me apetece mucho disfrutar de ahora en adelante). Durante estos días he desarrollado habilidades, he conocido gente, paisajes y sensaciones inolvidables. Me veo capaz de más y deseo mucho más…
Había en mí una mezcla de alegría por lo que os acabo de contar, pero también, algo de nostalgia, por saber que la vivencia ya se estaba convirtiendo en recuerdo, dejaría allí, aquellas montañas que me enseñaron sus caras más preciosas y más asustadoras, dejaría allí aquellos ríos  que llevaron en sus aguas transparentes mis tensiones y de alguna manera dejaría también la “D. Soledad”, con quien por fin, he aprendido a convivir y os garantizo, tiene “mala cara” pero en el fondo es “muy buena gente”.
Al día siguiente, de camino a San Sebastián me pillé imaginándome en tierras más lejanas, con gente de cultura e idiomas diferentes (España, como Brasil, ya es mi país, eso ha sido como “viajar en casa”).  Y mientras dejaba atrás aquellos paisajes, mentalmente, iba construyendo un nuevo reto: Llegar sola, en moto a los Alpes, pasando por España, Francia, Italia, Suiza y Austria. Y ¿por qué no?
Me despido, dejando una cita del admirable Amyr Klink, que espero os anime a todas a afrontar y vencer vuestros miedos, a viajar (en el sentido más amplio del verbo) y descubrir dentro de cada una la fuerza y las capacidades que existen y que el automatismo de la rutina no nos permite ver.

“Un hombre necesita viajar por su cuenta, no por medio de historias, imágenes, libros o televisión. Necesita viajar por sí mismo, con sus ojos y pies, para poder entender lo que es suyo, para un día plantar sus propios árboles y darles su valor.
Conocer el frio para disfrutar el calor y viceversa. Sentir la distancia y el desabrigo para sentirse bien bajo el propio techo. Un hombre necesita viajar para lugares que no conoce, para romper con esa arrogancia que nos hace ver el mundo como lo imaginamos, y no simplemente como es o puede ser, que nos hace maestros de lo que no vimos, cuando tendríamos si es que ser alumnos y simplemente ir a ver”
San Sebastián - Una ciudad preciosa

En San Sebastián

En San Juan, al ladito de San Sebastián

2.500Km en solitario - Relato V

Nuevas aventuras…

Desperté prontito y con muchas ganas de irme por ahí… agua en la cantimplora, frutos secos en la mochila, Matilde debidamente abastecida y rumbo al punto más alto del Pirineo español y a los glaciares más septentrionales de Europa. Me apetecía un montón hacer esta ruta y conocer el  Parque Natural Posets-Maladeta. Tras recorrer pocos kilómetros, estaba en el Congosto de Ventanillo, IMPRESIONANTE, paredes de roca tan altas y estrechas  que en algunos puntos parecía  que se iban a tocar, la belleza y grandiosidad de estas montañas hicieron que recordara a mi madre. Me emocioné, la eche de menos y le canté una música como forma de oración.
Saliendo del Congosto de Ventanillo
Dentro de nada llegué a Benasque y  de ahí cogí la carreterita de subida al Parque. Embalses con tonos que varían entre el verde y el azul, cascadas (unas incluso en la misma carretera) y muchas fotos. Dejé Matilde en el parking y seguí caminando unos 45 minutos hasta La Reclusa, el refugio desde dónde mejor se ver los increíbles Aneto y Maladeta, con sus 3.404m y 3.308m respectivamente.
Subiendo hacia el Parque Natural Posets-Maladeta

Casi llegando al Aneto
El día no estaba totalmente despejado, pero no llovía. Tenía ganas de más carretera y seguí rumbo al Valle de Aran que ya está en Cataluña, frontera con Aragón. En Vielha, me di cuenta que me convertí en una “chupa kilómetros”, porque me seguía apeteciendo más y más… crucé la frontera y me metí en territorio Francés y ahí es cuando empieza  la “aventura”.
Matilde... rumbo a Francia

Viella en la frontera con Francia

Entre las paradas para las fotos y la baja velocidad con la que rodaba (intentando grabar en la memoria la preciosidad de aquellos paisajes) se me hizo tarde, todavía quedaban muchos kilómetros para volver a Aínsa. Me baje de la moto, eché un vistazo al mapa e intenté trazar la ruta más corta de vuelta a casa.
Resulta que la brasileña tiene memoria de pez y encima, no habla ni una sola palabra en francés, lo que conllevó a seguidas paradas para rever el mapa (lo llevaba en la alforja) y certificarme de la dirección que debía seguir. En la tercera o cuarta parada, intenté utilizar el método “musiquilla” para quedarme con los nombres de los pueblos, el mismo método que utilizamos en el colegio para aprender preposiciones y cosas de estas… Bueno, para eso no funcionó. :( Los nombres de los pueblos no riman casi nunca y algunos son muy grandes, o sea, en Francia, mejor utilizar un GPS porque no se puede encajar los nombres de los pueblos en una canción… jajajaja
 En mi caso, el GPS del móvil tampoco funcionó y además los letreros indicaban ciudades que no las encontraba en mis mapas… o sea, estaba perdida, tontamente perdida!!! El sol se iba escondiendo por detrás de las montañas y me fui poniendo tensa…  traté de seguir el “método intuitivo” (aunque no estaba totalmente segura de su precisión)  y en un acto de “todo o nada” cogí una carreterita secundaria, que pasaba por Saint-Laurent-de-Neste (como meter eso en una canción???) que PROBABLEMENTE cruzaría con la principal (D929) que me llevaría al túnel de Bielsa.
 Esta especie de camino rural me llevó por pueblos “con 2 casas” y muchas vacas. Quedaba algo de luz e intenté olvidar la tensión disfrutar de de los olores naturales increíbles que me ofrecía el sitio…tierra mojada, vegetación y caca de vaca (os confieso es que me encanta como huele la caca de vaca,  recuerda a mi niñez en la hacienda de mi familia - A estas alturas estaréis diciendo: “esta brasileña está como una cabra” jajajajajaj).
Os cuento que por suerte, el “método intuición” funcionó y empecé a subir la D929, ya no quedaba casi nada de luz natural y los pueblos tenían sus luces encendidas pero la belleza de un pueblo (que claro, no me acuerdo el nombre) me hizo parar para una “foto de emergencia”, serian las 21:00 y nada más salir del pueblo, vi un letrero luminoso, que lo leí utilizando el mismo “método intuitivo”  y el letrero decía algo sobre que en tales días de la semana el túnel de Bielsa (que conecta España y Francia) cerraba a las 22:00hs. Nivel de tensión al máximo, intenté ir más rápido, pero claro, estamos hablando de Pirineos y rápido es algo como 60km/h en tramos muy cortos.
Pueblo francés que hasta hoy no he descubierto el nombre

Entré en la parte más occidental del “Parc National des Pyrenees” ya era noche (una putada, eso tiene que está precioso) y yo estaba realmente preocupada. La pequeña carretera, no está señalizada, está llena de baches y en obras. Estamos hablando de altitudes entre 1.000 y 2.500m y de unas curvas de 180 grados. Uff!! La total oscuridad no me permitía ver el trazado de la carretera y por lo tanto, cuando se acababan las curvas. Tras 2 o tres curvas cerradas, francamente mal realizadas, recurrí al auxilio de los santos, de las vírgenes, de los cielos y todas las demás entidades con las que no me suelo “relacionar” muy a menudo pero que en este caso eran imprescindibles.
Detalle de las curvas.... :s
Estaba muy cansada, hacía mucho frío, tenía los hombros tensos y apretaba los manillares de Matilde con tanta fuerza que casi se quedan como los de una bici, con las marcas de los dedos. El túnel, bueno… casi más fácil llegar a Brasil a nado, pero por fin, sobre las 21:50 veo unas luces. El túnel también estaba en obras y había un semáforo de larga duración, por lo que había allí un coche parado y fue la primera vez durante todo el viaje que me alegré por encontrar a un coche. Después de no se sabe cuánto tiempo pude soltar los manillares a los cuales tenía las manos ya casi “soldadas”.
Encontrar el túnel abierto, un coche y llegar a España me dio nuevo ánimo y recuperé un poco las fuerzas y la confianza necesarias para seguir los 34km que me quedaban hasta Aínsa. Durante los primeros 4 o 5 kilómetros el coche que tenía delante me iba dando pistas sobre el trazado de la carretera (que del lado español estaba bastante mejor conservada), sin embargo, no pude seguir a la misma velocidad del coche y otra vez me vi solita… miraba por el retrovisor y nada, todo negro, tenía que ir muy despacio a la vez que tenía muchas ganas de llegar. A estas alturas tenía unos calambres en los dedos pequeños de las dos manos lo que me obligaba a tenerlas en una postura que me cargaba los hombros, vamos estaba hecha polvo. Pero por fin, tras casi 400km rodados, veo las luces del camping y vaya por Dios, qué alegría… Otra vez echo a gritar y a hablar solita: “uuuujuuuuuu… sí, sí, sí…. Aquí estamos, aquí estamos” y daba golpecitos en el depósito de Matilde como si la pobre fuera un perro… “mi niña, campeona”. Aún con una sonrisa larga en la cara me acordé de dar las gracias a los santos, a las vírgenes y demás entidades… paré para la última foto del día, la cual registraba la hora de llegada al camping en el mostrador del depósito de Matilde  y el letrero del Peña Montañesa.
Me tumbé en el saco de dormir y como dice mi hermano… tenía el cuerpo roto pero el espirito renovado.
Llegada al camping
La ruta aventura... ;)

miércoles, 24 de agosto de 2011

2.500Km en solitario - Relato IV


Siguiendo viaje…

Los dos días en Jaca estuvieron geniales, rutas guapas, gente majísima, baños en pozas transparentes, etc. pero de alguna forma rompieron el esquema de viaje que me había propuesto… La idea inicial era ver que tal me llevo conmigo, así que decidí volver justo adónde estaba antes.
A estas alturas, armar y desarmar la tienda, encontrar huecos varios para meter cosas que surgían como si yo hubiera ido de compras  y cargar Matilde ya formaban parte de mi rutina. Desarrollé  una habilidad increíble para hacerlo, en media hora tenía todo listo… rumbo a Aínsa.
Decidí ir por otra ruta, conociendo otros paisajes. Una rutita muy “soft” y guapa que va bordeando por el lado norte el Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, la única pega es que la carretera está muy mal cuidada, pero bueno, no tenía prisa y tranquilamente volví al mismo camping de antes dónde la gente me recibió con mucha amabilidad y cercanía. 


Volviendo a Aínsa


Allí, había un grupo que como yo acababa de llegar, se acercaran a ver Matilde (cargada como un burro, pobrecita, mía!!!) y me hicieron las mismas preguntas que yo estaba ya casi acostumbrada a contestar, pero de esta vez, contestó por mí, la tía de la recepción del camping… “sí, sí, Daniela es brasileña, vive en Madrid y está viajando sola por estos lados con su moto, estuvo aquí hace unos días pero se ve que le gustó y volvió”. Me hizo gracia, en este caso me limité a decir: “eso es”. J
Ya con la “Casita montada”, me duché, me tomé unas cuantas cañas en la terraza del restaurant del Camping  mientras, pensaba en cómo iba  la “contabilidad” de puntos de la soledad…

Puntos a su favor:
  • El derecho a la indecisión, a la duda y cambios de planes sin que eso genere angustia o que tengas que dar explicaciones (Uff!! Muchos, puntos…)
  • El viaje interno, personal…  Me está permitiendo conocerme y darme cuenta que soy capaz de muchísimas cosas (otros muchos puntos…).
  • Poder parar para sacar mis fotos dónde me apetece
  • No tener que compartir chocolate (en este caso, ½ punto, porque luego tampoco tengo con quien compartir los quilos que estoy engordando… jajajajajajajaj)
Puntos en contra

  •  Tener que preparar la comida y encima, fregar la vajilla (lo peor, odio las tareas “del hogar”!)
  • El coñazo de tener que encontrar un sitio para poner el trípode para sacar las fotos desde ángulo que más me mola
  • No compartir en el mismo momento, la emoción de descubrir sitios preciosos y hacer curvas radicales (Me hubiese encantado compartir estos momentos con mis super compañeras del comando Madrid)
Y así voy siguiendo el viaje, descubriéndome y aprendiendo a valorar lo que tiene de bueno y de malo la compañía de “D. soledad”… hoy por hoy, veo que ella puede ser dulce, agradable, necesaria y lo más increíble, deseada.

lunes, 22 de agosto de 2011

2.500Km en solitario - Relato III

Probando otras compañías

El tercer día tocaba ir a Jaca, ya que Katty una colega de la complutense sabía qué iría estar por los Pirineos y le apetecía hacer alguna ruta conmigo. Por la mañana, un pequeño problema, se me había olvidado la toalla y el trapo de secar la vajilla fuera de la tienda, justo la noche que llovió (Murphy jamás permitiría que hubiese sido de otra manera… jajajaa), que lío!! El día no estaba despejado de todo, seguía cayendo una que otra gotita, metí la toalla y el trapo en una bolsa de plástico, lo que me generó un bulto más, para lo cual no estaba segura que lograría encontrar sitio en Matilde, pero bueno… Desarmé la tienda, cargué Matilde (Dios sabe como lo hice, yo no lo sé!) y nos fuimos rumbo a Jaca.  Que preciosidad de ruta, muy recomendable (Aínsa – Boltaña – Torla – Biescas – Jaca). Hasta Biescas son unos 70kms de paisajes preciosos, pasando por el Puerto de Cotefablo (1.423m). Entre Biescas y Jaca, unos 30km más, pero con cambios bruscos de paisaje, no me gustaba lo que veía. Todo mucho más llano y con evidentes señales de la interferencia humana desordenada. Jaca es un pueblo precioso, y ponen unas tapas que te mueres, pero había mucho tráfico, demasiado ruido, semáforos y humo y yo estaba en otro plan, así que decidí irme a Castiello de Jaca, armar la tienda por allí y luego, por la noche volver a Jaca para recoger a Katty.
Tras armar la tienda, me pegué una ducha y al volver, había una pareja muy simpática mirando lo guapa que está mi Matilde (no puedo evitar echarle piropos)… me acerque y empezamos a conversar, me decían que habían tenido una moto igualita, que también eran moteros, que les encantan los viajes y que tiene un HD etc. Total, nos caímos genial y de pronto Chicu me dice, “Oye, si te apetece podemos rodar juntos mañana” y yo rápidamente contesté: “por dónde me diga usted”. Qué decisión más acertada… Al día siguiente a las 10:00 Matilde tenía una compañera de ruta que mejor que veáis las fotos, uff!!
En el camping de Castiello de Jaca

La compañera de Matilde y yo
 El día no hubiese podido ser más agradable y la ruta tampoco hubiese podido ser más preciosa. Grandes compañeros.  Salimos de Jaca, dirección Roncal, dónde comimos unos quesos riquísimos, seguimos viaje, por el Valle del Rocal, subimos al Puerto de San Martin (1.756m), cruzamos la frontera y entramos en Francia.  Nos bajamos en Oloron Ste-Marie para un paseo, sacamos fotos, nos perdimos por los callejones y  casi nos  morimos de calor!! Madre mía!!!
Con Isa y Xicu en el Valle del Roncal
En Oloron-Saint-Marie/ Francia
Volvimos a España por la N134, hasta ahora la mejor y más bella carretera, unos olores increíbles, castillos construidos en la misma roca, verde, mucho verde y las curvas super bien trazadas… Pasamos por dentro del “Parc National des Pyrenées”. Un gustazo!!!! Seguimos hacia el sur hasta cruzar la frontera por el Puerto de Somport (1.640m).
En el Parc National des Pyrenées
Llegando a España, Isa y Chicu nos invitaran a su casa a cenar, conversamos un montón, tomamos vinos, champagne y la noche terminó con una promesa… Isa se va a sacar el carnet y la próxima ruta la haremos con 3 motos. Una más para HDC Girls. :)

domingo, 21 de agosto de 2011

2.500km en solitario - Relato II


Adrenalina, relajación y la soledad de paquete

Tras una noche genial de descanso, el primer amanecer… Me levanté, preparé un desayuno de reina, con derecho a café bombón, tostadas con mantequilla, mermelada y queso (de lujo, vamos!!!!), cogí los mapas y me marché a conocer la región.  Subí por la A-138 dirección Francia hasta Bielsa y me metí por el Valle del Pineta por una carreterita preciosa. Tras varias paradas para las fotos, dejé que Matilde descansara un poquitín, mientras me metía yo caminando, por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Valle del Pineta I

Valle del Pineta II

 Decidí ir por el camino que lleva a la cascada del río Cinca (Camino Marboré) pero no estaba segura que me apetecería caminar hasta la cascada y el derecho a la duda y a la indecisión es el mejor regalo que me ha dado la soledad… Qué maravilla no tener que seguir si es que no me apetece, que bueno es poder dudar, relajadamente sobre que hacer!!! Y  así seguí yo durante más o menos 1 hora, toda contenta con mi “regalito” hasta que vi un rincón precioso del río y eso me hizo decidir. Aquí me quedo y desde aquí admiro esta maravilla de cascada.
Hacía un calor casi tropical y decidí meterme, pero madre mía de mi vida, que fríiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiia estaba el agua, coño!!! Metí primero los pies y además de los huesos, me dolía el alma (será atrevida la brasileña, bañándose en nieve derretida???), en 5 minutos tenía el cuerpo dormido hasta la altura de la cintura y  el calor que hacía de este punto “pa arriba” me llenó de valor y me metí entera en el río. Ufff!! Como al principio, los primeros cinco minutos fueron torturantes pero luego me acostumbre a la temperatura, además, el paisaje y las vistas de la cascada quitaban importancia a todo lo demás. Relajación total. Para completar el estado de felicidad plena, antes de vestirme otra vez, encontré en la mochila un chocolate negro 70% y a la soledad no le gustan los chocolates, por favor, eso es PERFECTO!!! J

Volví al parking, y nos fuimos Matilde, yo (y la soledad de paquete) rumbo a Revilla,  para de ahí, hacer la excursión para conocer las Gargantas de Escuaín. Os cuento… ya he hecho muchas cosas consideradas “radicales” en mi vida, buceo, rapel, cascading, rafting, he sacado veneno de serpiente en la universidad, pero nada ha sido más radical que subir con Matilde hasta Revilla.  Os lo juro. Unas montañas indescriptibles, una “carretera” absurdamente estrecha y unas curvas de infarto. Íbamos subiendo, subiendo, subiendo, las montañas se hacían cada vez más grandes y nosotras cada vez más pequeñas… uff!! 
Subiendo...
Paré para comer y tomar una coca en Dolmen (que no siempre aparece en los mapas) y seguí hasta el punto dónde empieza el sendero para el mirador de las Gargantas de Escuaín. Tardé 40 minutos para bajar y 1 hora y pico para volver. Estaba “marcado”, día de emociones. Unas bajadas jodidas que luego se convertirían en SUBIDAS jodidas, piedras sueltas, tramos estrechos, con caídas que lo mejor es no imaginarlas y ni una sola persona, el silencio se expresaba en sonidos de aguas montaña abajo  y hojas al viento… de pronto recordé la película “127 horas”, en este momento pensé volver. Y si me caigo? Y si me tuerzo el tobillo? Y si me pica una avispa? Y pensando en todos los  “y sis” posibles seguí hasta el punto final, dónde por fin, volví a relajarme.  Me tumbé en las rocas y miré el paisaje “al revés”, a lo mejor, buscando otra forma de ver el mundo, intentando percibir otra perspectiva de lo mismo…


 Hora de volver, por favor, mejor no recordar las subidas hasta donde estaba Matilde y luego, mejor no recordar las bajadas hasta la carretera principal. Lo único que os digo es que estas montañas imponen respeto… venga, hay confianza. Estas montañas ACOJONAN. Pero, vencer un reto, conquistar un objetivo, por pequeño que sea es siempre un gustazo para una sagitario. 
Curvas
Antes de llegar al camping, me paré en una poza super guapa y me metí una vez más en el agua, a estas alturas, el frío ya no me daba miedo y tras un chapuzón, tranquilamente, vi como se ponía el sol atrás de estas gigantes preciosas con las que compartí emociones y sensaciones todavía no vividas. 

miércoles, 17 de agosto de 2011

2.500Km en solitario - Relato I


Todo nuevo...
Hace mucho vengo postergando, por una u otra razón, algo que siempre me ha apetecido hacer, una clase de reto personal, vencer el miedo a la soledad. Sí, lo confieso... es que esa señora nunca me ha caído demasiado bien.

Por fin, se han alineado los astros y a raíz de una mezcla rara de situaciones personales que exigen reflexión y mis incesantes ganas de viajar y conocer nuevos paisajes, decidí: “me voy y me tengo que ir sola”. De repente, la soledad cambió de equipo y se convirtió en aliada.  Pero, aunque gritara la necesidad, yo de la soledad jamás me he fiado, así que, quería darle una oportunidad, pero seguía mosca.  Total, la necesidad de alejarme de todo ganó la batalla… mapas, rutas, Matilde debidamente revisada y con mono de carretera. Nos fuimos…

Todo pensado para salir hoy a las 8 de la mañana, pero a las 4 de la madrugada estaba la brasileña como un búho, en la cama, así que a las 8 me desperté, de golpe y agobiada. “Me cago en la leche”, iba a salir a las 8 y ahora, como mínimo, salgo a las 9… Y nada más pensarlo me di cuenta de la primera ventaja que me ofrecía la soledad. Pues claro, si voy sola, porque y para qué el agobio? Si no hay nadie esperándome y aquí decido yo qué hacer y cómo hacerlo Qué más da?

Tranquilamente, me duché, desayuné, cargué la pobre Matilde con dos toneladas de mochilas y a las 9:30 estábamos las dos saliendo de Madrid rumbo a los Pirineos.




Madrid, momentos antes de salir
Los primeros kilómetros, nos fuimos acostumbrando Matilde y yo, al equipaje que cambia por completo la dinámica de la conducción, por muy bien puesto que esté. Cuando la moto va muy cargada, se siente mucho más los vientos laterales. Pero bueno, rápido pillamos el truquillo y fuimos dejando asfalto atrás. Tenía ganas de salir de la autopista y disfrutar de la ruta, pero antes de eso, quedaban unos 400Km.  Dos paradas para repostar(nos) y adelante.
Durante estos kilómetros, escuché, música, pensé en las miles de decisiones que tendré que tomar,  canté, dije un par de cosas con un par de irresponsables que crucé por el camino (sí, igual estoy intentando mejorarme en este aspecto :s) y cuando me di cuenta, estaba en Huesca. Joder, qué rápido ha sido. Tras dejar Huesca atrás el paisaje fue poco a poco cambiando y a cada kilómetro me resultaba más guapo. En Barbastro, quité la música y cogí la A-123 y luego la A-138, en este tramo, descubrí otras tantas cosas nuevas para mí y sobre mí… normal, lo que se dice normal, no es que esté. Me pillé, riendo sola, gritando “uujuuuuuuuuu” y diciendo todas las palabrotas que me permite mi castellano, cada vez que veía ríos y embalses increíblemente azules y formaciones geológicas que dan alas a la imaginación (mis amigos geólogos hubiesen flipado en coloresss)

Embalse de El Grado - Pocos kilómetros antes de llegar al camping
 El olor de la vegetación se me metía por el casco y en estos momentos, en mi pensamiento ya no había espacio para nada que no fuera vivir estas sensaciones.  Una cosa es cierta, eche de menos a mis compañeras del comando Madrid, hubiera sido genial compartir con ellas estas emociones y estos paisajes… 1 punto menos para la soledad. Vaya, tengo que devolvérselo (:o). Es que paré un montón de veces para sacar fotos en los sitios que me apetecían (ufff!! Ya me imagino el jaleo para ponernos de acuerdo unas 12 mujeres, sobre dónde parar… jajajajajajajaja). Vale, devuelvo el punto a la soledad. Pero aún así hubiese querido mis compañeras conmigo… en este caso, solo le devuelvo ½ punto.
En el camping, monté la tienda en tiempo récord, me tomé un par de cañitas mientras daba noticias de que había llegado bien. Cogí los mapas, los folletos de la región, planifiqué las actividades de mañana, abrí una botella de vino, troceé un queso super rico, me puse a escribir este texto y me sorprendí una vez más con lo bien que puedo estar conmigo. Al final, la soledad no es del todo mala compañía! (por lo menos para el primer día J )
Planificando el día siguiente