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viernes, 26 de agosto de 2011

2.500Km en solitario - Relato V

Nuevas aventuras…

Desperté prontito y con muchas ganas de irme por ahí… agua en la cantimplora, frutos secos en la mochila, Matilde debidamente abastecida y rumbo al punto más alto del Pirineo español y a los glaciares más septentrionales de Europa. Me apetecía un montón hacer esta ruta y conocer el  Parque Natural Posets-Maladeta. Tras recorrer pocos kilómetros, estaba en el Congosto de Ventanillo, IMPRESIONANTE, paredes de roca tan altas y estrechas  que en algunos puntos parecía  que se iban a tocar, la belleza y grandiosidad de estas montañas hicieron que recordara a mi madre. Me emocioné, la eche de menos y le canté una música como forma de oración.
Saliendo del Congosto de Ventanillo
Dentro de nada llegué a Benasque y  de ahí cogí la carreterita de subida al Parque. Embalses con tonos que varían entre el verde y el azul, cascadas (unas incluso en la misma carretera) y muchas fotos. Dejé Matilde en el parking y seguí caminando unos 45 minutos hasta La Reclusa, el refugio desde dónde mejor se ver los increíbles Aneto y Maladeta, con sus 3.404m y 3.308m respectivamente.
Subiendo hacia el Parque Natural Posets-Maladeta

Casi llegando al Aneto
El día no estaba totalmente despejado, pero no llovía. Tenía ganas de más carretera y seguí rumbo al Valle de Aran que ya está en Cataluña, frontera con Aragón. En Vielha, me di cuenta que me convertí en una “chupa kilómetros”, porque me seguía apeteciendo más y más… crucé la frontera y me metí en territorio Francés y ahí es cuando empieza  la “aventura”.
Matilde... rumbo a Francia

Viella en la frontera con Francia

Entre las paradas para las fotos y la baja velocidad con la que rodaba (intentando grabar en la memoria la preciosidad de aquellos paisajes) se me hizo tarde, todavía quedaban muchos kilómetros para volver a Aínsa. Me baje de la moto, eché un vistazo al mapa e intenté trazar la ruta más corta de vuelta a casa.
Resulta que la brasileña tiene memoria de pez y encima, no habla ni una sola palabra en francés, lo que conllevó a seguidas paradas para rever el mapa (lo llevaba en la alforja) y certificarme de la dirección que debía seguir. En la tercera o cuarta parada, intenté utilizar el método “musiquilla” para quedarme con los nombres de los pueblos, el mismo método que utilizamos en el colegio para aprender preposiciones y cosas de estas… Bueno, para eso no funcionó. :( Los nombres de los pueblos no riman casi nunca y algunos son muy grandes, o sea, en Francia, mejor utilizar un GPS porque no se puede encajar los nombres de los pueblos en una canción… jajajaja
 En mi caso, el GPS del móvil tampoco funcionó y además los letreros indicaban ciudades que no las encontraba en mis mapas… o sea, estaba perdida, tontamente perdida!!! El sol se iba escondiendo por detrás de las montañas y me fui poniendo tensa…  traté de seguir el “método intuitivo” (aunque no estaba totalmente segura de su precisión)  y en un acto de “todo o nada” cogí una carreterita secundaria, que pasaba por Saint-Laurent-de-Neste (como meter eso en una canción???) que PROBABLEMENTE cruzaría con la principal (D929) que me llevaría al túnel de Bielsa.
 Esta especie de camino rural me llevó por pueblos “con 2 casas” y muchas vacas. Quedaba algo de luz e intenté olvidar la tensión disfrutar de de los olores naturales increíbles que me ofrecía el sitio…tierra mojada, vegetación y caca de vaca (os confieso es que me encanta como huele la caca de vaca,  recuerda a mi niñez en la hacienda de mi familia - A estas alturas estaréis diciendo: “esta brasileña está como una cabra” jajajajajaj).
Os cuento que por suerte, el “método intuición” funcionó y empecé a subir la D929, ya no quedaba casi nada de luz natural y los pueblos tenían sus luces encendidas pero la belleza de un pueblo (que claro, no me acuerdo el nombre) me hizo parar para una “foto de emergencia”, serian las 21:00 y nada más salir del pueblo, vi un letrero luminoso, que lo leí utilizando el mismo “método intuitivo”  y el letrero decía algo sobre que en tales días de la semana el túnel de Bielsa (que conecta España y Francia) cerraba a las 22:00hs. Nivel de tensión al máximo, intenté ir más rápido, pero claro, estamos hablando de Pirineos y rápido es algo como 60km/h en tramos muy cortos.
Pueblo francés que hasta hoy no he descubierto el nombre

Entré en la parte más occidental del “Parc National des Pyrenees” ya era noche (una putada, eso tiene que está precioso) y yo estaba realmente preocupada. La pequeña carretera, no está señalizada, está llena de baches y en obras. Estamos hablando de altitudes entre 1.000 y 2.500m y de unas curvas de 180 grados. Uff!! La total oscuridad no me permitía ver el trazado de la carretera y por lo tanto, cuando se acababan las curvas. Tras 2 o tres curvas cerradas, francamente mal realizadas, recurrí al auxilio de los santos, de las vírgenes, de los cielos y todas las demás entidades con las que no me suelo “relacionar” muy a menudo pero que en este caso eran imprescindibles.
Detalle de las curvas.... :s
Estaba muy cansada, hacía mucho frío, tenía los hombros tensos y apretaba los manillares de Matilde con tanta fuerza que casi se quedan como los de una bici, con las marcas de los dedos. El túnel, bueno… casi más fácil llegar a Brasil a nado, pero por fin, sobre las 21:50 veo unas luces. El túnel también estaba en obras y había un semáforo de larga duración, por lo que había allí un coche parado y fue la primera vez durante todo el viaje que me alegré por encontrar a un coche. Después de no se sabe cuánto tiempo pude soltar los manillares a los cuales tenía las manos ya casi “soldadas”.
Encontrar el túnel abierto, un coche y llegar a España me dio nuevo ánimo y recuperé un poco las fuerzas y la confianza necesarias para seguir los 34km que me quedaban hasta Aínsa. Durante los primeros 4 o 5 kilómetros el coche que tenía delante me iba dando pistas sobre el trazado de la carretera (que del lado español estaba bastante mejor conservada), sin embargo, no pude seguir a la misma velocidad del coche y otra vez me vi solita… miraba por el retrovisor y nada, todo negro, tenía que ir muy despacio a la vez que tenía muchas ganas de llegar. A estas alturas tenía unos calambres en los dedos pequeños de las dos manos lo que me obligaba a tenerlas en una postura que me cargaba los hombros, vamos estaba hecha polvo. Pero por fin, tras casi 400km rodados, veo las luces del camping y vaya por Dios, qué alegría… Otra vez echo a gritar y a hablar solita: “uuuujuuuuuu… sí, sí, sí…. Aquí estamos, aquí estamos” y daba golpecitos en el depósito de Matilde como si la pobre fuera un perro… “mi niña, campeona”. Aún con una sonrisa larga en la cara me acordé de dar las gracias a los santos, a las vírgenes y demás entidades… paré para la última foto del día, la cual registraba la hora de llegada al camping en el mostrador del depósito de Matilde  y el letrero del Peña Montañesa.
Me tumbé en el saco de dormir y como dice mi hermano… tenía el cuerpo roto pero el espirito renovado.
Llegada al camping
La ruta aventura... ;)

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